Pareciera que el hambre se convierte en nuestro peor enemigo cuando tratamos de llegar al final de una dieta o simplemente, intentamos comer menos y dejar de lado esos antojos que aparecen de un momento a otro. ¿Sabes cuál es el verdadero problema que puede interferir con estos objetivos? El hecho de que cuando te sientes hambriento, en realidad no puedas identificar si de verdad necesitas comer o se trata solo de un sentimiento de ansiedad, porque simplemente tienes la necesidad de comer. En pocas palabras, no sabes si tu hambre es fisiológica y psicológica. Pero ¿qué diferencia hay y como es posible distinguirlas?
- El hambre fisiológica surge cuando el organismo se ha quedado sin energía para continuar con su rutina y por lo tanto, él mismo se encargara de avisarte mediante los clásicos gruñidos que hace el estómago y la sensación de que estás débil, o sin ganas de hacer nada. Además cuando una persona está hambrienta de verdad, se le antoja comer prácticamente cualquier cosa, con tal de obtener algo de combustible.
- Por otro lado, el hambre psicológica es una sensación que aparte de no presentar ninguno de los síntomas anteriores y aparecer repentinamente, se inclina más a hacerte sentir un antojo por algún alimento en específico y posiblemente alto en calorías. Si de pronto tienes ansias por comer pastel, galletas, papas fritas o cualquier cosa que te guste demasiado, es más probable que en realidad no necesites comer.
La mejor manera de controlar el hambre psicológica es teniendo mucha fuerza de voluntad y alímentandote sanamente. Si no te saltas ninguna comida y tu dieta es equilibrada, puedes estar seguro de que disminuirá tu ansiedad por ingerir alimentos poco saludables. Aún así procura no tener ninguna «tentación» en la nevera o la alacena y si tienes un antojo muy fuerte, cométe un sustituto con pocas calorías.